Antes de empezar con la escritura en papel, en la metodología Montessori se cuida especialmente la preparación de la mano. Primero con actividades de la vida práctica (abrocharse los botones, subirse la cremallera, pegar velcro...) y posteriormente con actividades sensoriales de aprendizaje.
Cuando hablamos de actividades sensoriales de aprendizaje nos referimos a todas aquellas actividades que estimulan las capacidades de los niños mediante la vista, el tacto, el olfato, el oído y el gusto. Éstas aplicadas a la escritura tienen como objetivo desarrollar la grafomotricidad.
Concretamente para trabajar la pre-escritura, la pedagogía Montessori ofrece muchos materiales, siendo quizás el más conocido de ellos la bandeja de arena. Una actividad muy sencilla, efectiva y divertida que consiste en realizar trazos con el dedo en la arena contenida en una bandeja.
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Es una interesante y efectiva forma de jugar, aprender y ganar seguridad en la escritura.
Al trabajar la escritura de una forma más sensorial, sin la dificultad añadida del trazo, el cerebro infantil interioriza mejor el aprendizaje. Muchos niños saben las letras y los números (en la actualidad es frecuente que las aprendan de forma muy temprana, ya que están mucho más en contacto con ellas a través de canciones, cuentos, etc.), pero tienen dificultad en la actividad psicomotriz de escribirlos con trazo fino.
Para empezar se aconseja que el adulto haga la letra y al lado que el niño imite el trazo. No olvidéis decir el sonido y el nombre de cada letra al mostrársela a los pequeños, así le será más fácil aprender a escribir.
Después serán necesarias fichas con el abecedario para que lo utilice como muestra y lo pueda reproducir en su pizarra de sal. Pueden empezar por las letras que estén trabajando en clase, las letras de su nombre o las de algún compañero de clase o familiar.
La pizarra también puede utilizarse para dibujar patrones que el niño deba reproducir en la arena (líneas horizontales, verticales, curvas, en zig-zag, figuras geométricas, formas simples, números, operaciones, dibujos sencillos, etc.)
La pizarra también puede utilizarse para dibujar patrones que el niño deba reproducir en la arena (líneas horizontales, verticales, curvas, en zig-zag, figuras geométricas, formas simples, números, operaciones, dibujos sencillos, etc.)
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Así que sus beneficios son evidentes:
- Facilita el aprendizaje de las letras.
- Es un aprendizaje sensorial, más acorde con las necesidades y capacidades del niño entre los 2-3 y 6 años.
- El niño no necesita controlar un lápiz para aprender a representar/escribir y reconocer/leer un símbolo. Utiliza sus deditos, una herramienta mucho más innata y natural para él, que ya domina muy bien.
- La concentración: manipular la tierra y dibujar en ella es un ejercicio que a los niños les encanta y les motiva, por lo que se mantienen entretenidos largos períodos de tiempo.
- La relajación: las actividades sensoriales, sobre todo las relacionadas con el tacto, causan placer y relax, sirven para liberar tensiones y son ideales para practicar el juego tranquilo en casa.
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